MARCELO CORONEL - poesía


URBES

 

I.  LA MACETA

 

Están. Apretados.

Entre la mugre

y la falta de estilo.

Como en un cine

voy viendo cuadras

y cuadras de fatalidad ladrillo hueco

sótano

de toda expectativa.

Si encontraran a Dios

sería un acto reflejo escupir en su cara

mil reproches. Sin embargo

en un hierro oxidado que emerge del concreto

ella colgó la pequeña vida

bandera vegetal declaración

señal

cuna que humedecer

razón

y compromiso.

 

II. AL CUATRO MIL

 

Una chapa que cruje

un trapo-puerta

restos de una silla

ninguna ventana

piso de barro, viento

chiflando por agujeros

niño pequeño, niña

recién nacida

madre joven desarmada.

 

Él duerme ahí su sueño

de quién sabe qué cosa.

No tiene apuro.

¿A qué volver?

¿al asedio incomprensible

de los carteles?

¿a la estéril empuñadura

de los lápices?

 

III. AÑO  NUEVO

 

Sentado en el suelo

haciendo tiempo

observo el cuerpo de un chico

que duerme en la escalera.

El escalón superior sirve de almohada

¿cuánto hace que está ahí?

tiene al lado una especie de botella.

Pisando a distancia de baldosa

lo van esquivando.

Cada tanto se mueve

un poco

se acomoda.

Su mejilla derecha

contra el piso de granito.

Su izquierda cubierta

por un mechón de pelo.

Son las cinco de la tarde

está empezando un año nuevo

hay sol en Buenos Aires.

 

IV. TORTAS ASADAS

 

Es temprano hace frío

          gente joven caminando hacia el este

una mujer de edad mediana

          yendo a buscar el conocimiento

amasa en la vereda

          ejerciendo el derecho de formarse

su compañero enciende un fuego

          con el esfuerzo de la comunidad

pronto habrá tortas asadas a precio popular.

 

Ojalá nunca olviden a quien en la vereda, probablemente, jamás deje de amasar. 

 

V. VENDEDOR

 

Él debe quebrar

en alguien

el encapsulamiento

esa suerte de temor

a que te digan algo y te saquen

irrespetuosamente

de tu interminable conexión

con el smartphone.

Porque también te sacan

digámoslo

de la imagen del mundo

que te gusta

te dan una cucharada de verdad

amarga

prueban tu habilidad

para entrar en otro cuero. Si fuera poca

o nula

quedás expuesto.

 

Si él consiguiera entonces

quebrar en alguien el encapsulamiento

podría suceder que la onda se propague

y los demás lo registren

aunque sea de reojo.

Y de haber por ahí latente

un poco de bondad

las miradas de reojo mutarían en sonrisas

gestos amables

incluso lágrimas.

 

VI. REALIDAD PARALELA

 

Puede estar en cualquier parte

no se ve

se capta con antenas

que no se venden en ningún lado.

Encendida por un gesto amoroso

se manifiesta en toda circunstancia.

 

Hay francotiradores

apuntando al centro de tu mano

la que empuña la llave.

Por eso

estar atento a tus miserias

te da la única chance.

 

Tras visitar esa realidad

y haber llorado

vas a ver cada tanto en otros ojos

un brillo cómplice

y vas a conectarte con ellos

por un instante.

Luego vas a bajar del colectivo

doblar la esquina, poner primera

o lo que sea que demande

tu vivir maquinal. La diferencia estará

en el color de las cosas

la humedad de tu rostro

cierta doliente alegría

y una secreta sensación de triunfo

similar a la del niño

que encontró el escondite de los caramelos.

 

VII. ABRAZO

 

Somos un bulto deforme

un amasijo en el piso

que nadie quiere ver.

Trato de no pensar en un ranchito

sencillo

donde amanecer en un silencio manso

la pava en el fuego

la tibieza del agua lavando mi cara.

Porque si lo hago, el ruido

los pasos de la gente

la exposición indigna de nuestro desamparo

se vuelven aun más duros

que las baldosas del suelo

sobre el cual esperamos

la hora de abrir los ojos.

 

Acercate más 

tomá mi abrazo.

Te juro que quisiera convertirlo en frazada

y aliviar tu descanso

pero es mi abrazo apenas

y está frío

como esta mañana de fin de julio.

 

VIII. SI ASÍ NO LO HICIERE 

Para Gustavo Bonetti  (hermano del corazón)

 

Hoy se me arrimó un pibe.

Hablar cruzado

como pidiendo perdón

actor descartable de la puesta

intentando manotear una miga

en la bacanal impúdica

de la sociedad de consumo.

 

Ese pibe implica un padre

que puede ser un ausente

o alguien que sangra

por la culpa: no haber dado

más que un destino de changuear

en la calle.

 

Que nunca me falte el gesto amable.

Que nunca me gane la indiferencia.

Que me duela esa vida.

Que yo no riegue la montaña de desprecio

ni alimente el rencor.