POEMA ISQUÉMICO
I
Llevaba caminando pocas cuadras
cuando llegó el aviso.
Paulino se volvió
con cierta angustia
la mente como un iceberg, paso lento.
Solito hizo la muda
y apenas si explicó:
vio que la nave podía ser abordada sin ayuda.
Permanecer abajo
era sacar boleto para destino incierto.
Subir quizá también pero con vuelta. Entonces
caminó por la escalera pulcra
hasta dejar atrás el ordinario mundo.
Agresivo, oscuro, intratable
el hábitat monstruoso
vio a su presa mordida
perderse en un pasillo.
II
El decorado a bordo
es todo blanco.
La atmósfera: susurros
(cada tanto estremece algún quejido).
Un infeliz catálogo de piezas
que ya portan señales de cansancio
o insensatez
o fallan
y esperan alineadas
es el recibimiento.
Paulino se recuesta
lo interrogan
inyectan en sus venas varios fluidos
lo bajan
lo escanean y lo suben
lo desnudan
y al fin lo dejan solo
en penumbra.
Solo
en silencio.
Solo
en ayunas
ensimismado y quieto
aislado y conectado
la mirada en el techo.
III
Paulino, aburrido
permanece.
No sabe bien porqué lo han convocado
ni de qué oscura región
provino el mensajero.
Y en ese estar monótono
somnífero
va perdiendo conciencia de los días
las noches, los minutos.
Por momentos se siente secuestrado.
Aunque sin verlos
presiente a los demás
puede escucharlos.
No alcanza la ventana
para observar el giro del planeta
y la luz va
y viene
la licuadora solución preventiva
y la tripulación
(amable, inmaculada)
lo alimenta, lo cablea
y lo engrilla.
IV
Pero este crucero
no llegaba hasta el final
por eso baja
no sin cierta confusión.
Y al sumergirse de nuevo en el inhóspito paisaje
con rugido de bestias
tufo venenoso
ojos desorbitados
crispación y locura...
al esperar ansioso
(espantando fantasmas)
que aleje los temores
la claridad del día
aparece aquél blanco
como un seno materno
un indeseable nido
para campear tormentas.
Habrá que ver, ahora
de qué modo Paulino
aprende
se acomoda
entiende
se re-inventa.