EL PERRO DE ANOCHE
Su soledad de baldosa
o de umbral
le pesa tanto
que te sigue, con respeto
medio de atrás
mirándote cada tanto
con ilusión de no rechazo.
No pide nada, sólo acompaña.
Y en ese tiempo-cuadras
breve, tal vez siente fugazmente
que no es tan sólo un paria
una sombra descartada
una tremenda mala suerte.